jueves, 3 de abril de 2008

Sobre las obras incluídas en Pobre Cuco III

Justamente hace unos días, nos lo preguntaban en la radio, a Cami, Max, Fede y a mí (estuvimos con Luis, Vero y Flor de Casa Trece), y lo que respondimos tiene que ver con esto: hay voces que nos eligen de antenas, pretendemos comunicar esas voces, evitar que se extingan.
Cuando hacía poco mas de año y medio de vida en Cba y recién empezaba a abrir la puertas de mi closet, tuve a bien conocer a Martín y a su gente, fabulosos exponentes, extraestereotipos, de una familia obrera y respetuosa de la libertad de sus miembros, sorteando las bravas aguas de los ’90, las del discurso único y monolítico, las del “sálvese quien pueda”, las de las injusticias con oropeles, las del terror de viajar en un tren del que no era posible otro destino que el choque.
En los casi dos años que salí con Martín, su familia fue un disfrute mas, una isla.
En una lánguida y soporosa tarde de domingo en enero, junto a Trini, la mamá, algo anestesiados por la segunda cerveza y mientras hacíamos el aguante a Martín, que estudiaba en su habitación; ella recordó a las hermanas Lacombe, viviendo diagonalmente en frente de su casa paterna en La Rioja, dándole clases de francés, Keka, y piano , Bijou.
Habían nacido coqueteándole al siglo, Keka en 1899, Bijou en 1901, entre Cassis y Marsella. Ambas, junto a su madre tendrían que cruzar toda Francia, hasta Burdeos para tomar el barco de la compañía “Les Messageries Maritimes” alrededor de 1905, hacia l’Argentine, para reunirse con el padre, que huyendo de la crisis por la filoxera y gracias a un pasaje prepago de las oficinas de inmigración argentina había partido después de las navidades de 1901, llegando, primero a Pigüé y luego, como encargado de una finca, al Valle de Huaco, cerca de Sanagasta en La Rioja.
Lacombe, por tradición del oficio, había llegado ligado a la masonería; en la Argentina, siguiendo ya un derrotero mas propio y algo nutrido del azar de los encuentros, sus ideales viraron hacia el anarquismo.
La infancia de las hermanas, sería de años riojanos, provincianos, pueblerinos. De trabajo arduo y felicidad para la familia, en una villa que también se hacía próspera y cuyo clímax anual llegaba a fines de septiembre con las festividades de la Virgencita India y su procesión ida y vuelta, a pie, desde Sanagasta hasta La Rioja.
Cuando Keka se encontraba terminando los estudios para ejercer el magisterio sucedió, en uno de los caminos de cornisa de la zona; la desgracia con el carro desbarrancado, llevándose a los dos padres.
Las hermanas Lacombe liquidaron los bienes de Sanagasta, con los años habían pasado a ser propietarios de casa y terrenos, y se trasladaron a la ciudad de La Rioja, donde Bijou siguió los pasos de la mayor.
Sus vidas transcurrieron siendo maestras y profesoras de francés y piano, respectivamente, con una existencia tranquila e independiente, siendo respetadas y valoradas socialmente a pesar de lo que esa misma sociedad juzgaba como “extravagancias de extranjeras”.
Nunca se casaron, una por convicciones libertarias, la otra por ser lesbiana.
Era evidente además, cómo, mutuamente se nutrían de la cofradía que, desde otro continente, recorriendo países y un océano; habían labrado a través de los años.
A mediados de los ’80, con las dos hermanas octogenarias, junto a las primas Villagrán, contemporáneas de las Lacombe, nació la casa de descanso, una especie de residencia para mujeres mayores pensada como cooperativa y donde las ancianas tenían el control de la casa.
Keka y Bijou fallecieron con apenas setenta días de diferencia entre fines del ’92 y comienzos del ’93. A mediados del ’92 habían tenido oportunidad de terminar de disfrutar el último gran placer que saborearon juntas, el serial Twin Peaks de David Lynch, del que fueron fanáticas y religiosas seguidoras.
En circunstancias nunca totalmente aclaradas, el domingo 14 de mayo de 1995, día de elecciones generales, con las cuatro fundadoras ya ausentes, un incendio también se llevó la casa de descanso y asestó un golpe traicionero y final para la cooperativa.
Fue una gran tristeza y pérdida para la comunidad y especialmente para las 10 ancianas que vivían en la residencia para entonces, que de pronto quedaron en la calle.
Las pocas cosas que pudieron salvarse del desastre, recibieron alojamiento temporal en la casa materna de Trini, donde las ancianas y sus familias las fueron retirando. Quedaron, sin embargo, algunos pertrechos inservibles y recuerdos de las ocupantes de la casa que se habían ido acumulando con los años, entre ellas una caja de madera con papeles, dibujos, fotos y postales que constituían el último legado de las Lacombe.



POBRE CUCO III:
Dibujos y Textos: Extraídos de los recuerdos de las hermanas Lacombe
Compilador Literario: Max Garcia
Compiladores de Arte: Camila Carrión
Federico Galará
Diseño Gráfico: Federico Galará
Logística Web: Xam Miranda

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bravísimo !!!

Pachi Cuestas